Quinto Aniversario de la invasión y del inicio de la ocupación de Iraq
Por el reconocimiento internacional de la resistencia como legítimo representante del pueblo iraquí
Declaración de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq
IraqSolidaridad
(www.iraqsolidaridad.org),
27 de febrero de 2008
“Al acercarse el quinto aniversario de la invasión de Iraq, el compromiso internacional con este pueblo ha de centrarse en el explícito apoyo a las corrientes sociales, políticas y armadas de la resistencia iraquí que combinan el esfuerzo de la liberación de su país, no sólo de la ocupación sino también de todos los planes de dominación futura, con un proyecto de reconstrucción democrático basado en la preservación del principio de ciudadanía, la defensa de los derechos civiles, sociales y económicos, y la gestión social de los recursos.”
"Casi una cuarta parte de la población iraquí ha muerto o se ha convertido en refugiada como consecuencia de la ocupación."
El próximo 15 de marzo se conmemorará con manifestaciones en muchas ciudades del planeta el quinto aniversario del inicio de la invasión y ocupación de Iraq, que se prolonga hasta hoy con un terrible balance para el pueblo iraquí y el colapso del proyecto inicial de EEUU y sus aliados de someter Iraq. La guerra de Iraq continúa hoy con su misma brutalidad: el Pentágono ha reconocido que ha multiplicado por seis los ataques aéreos en 2007. El número de detenidos iraquíes bajo control militar estadounidense se ha duplicado en el último año hasta un total de 24.000 personas., incluidos menores. Además, según la Unión de Prisioneros y Detenidos de Iraq, hasta 400.000 iraquíes estarían presos en 36 centros bajo control de las autoridades colaboracionistas iraquíes.
EEUU mantiene en Iraq el mayor contingente de ocupación desde la invasión de 2003. A principios de 2007, el presidente Bush ordenó el envío de otros 30.000 soldados estadounidenses a Iraq, la mayoría de ellos con destino a Bagdad. En la actualidad permanecen en Iraq 158.000 soldados estadounidenses —una cantidad que los mandos militares consideran que no se podrá reducir en los próximos meses—, además de contingentes menores de otros países y varias decenas de miles de mercenarios sin control alguno. Oficialmente, EEUU reconoce la muerte de casi 4.000 soldados en Iraq, el 82% de ellos en combate. Tras una reducción del número de soldados muertos en combate en los últimos meses de 2007, en enero y febrero de 2008 EEUU ha vuelto a perder, como media, a más de un soldado al día en los ataques de la resistencia.
Según datos del Congreso de EEUU, el gasto mensual de la guerra de Iraq se sitúa en 12 mil millones de dólares (más de ocho mil millones de euros) pagados parcialmente con las exportaciones de petróleo iraquí, que en enero de 2008 se calcularon en 2,1 millones de barriles al día. Hasta ahora, el gobierno de EEUU se habría gastado en la guerra de Iraq 490 mil millones de dólares. Sin embargo, de acuerdo con un informe de noviembre de 2007 realizado por la Comisión Conjunta del Congreso estadounidense, el gasto económico total estimado para el período 2002-2008 alcanzaría los 1,3 billones de dólares (casi un billón de euros), una cifra que incluye partidas que habitualmente no se tienen en cuenta, entre ellas el gasto sanitario ocasionado por los 30.000 veteranos que el Pentágono reconoce como heridos. No obstante, según un reciente estudio realizado por Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, el coste de la guerra de Iraq se aproxima a los tres billones de euros (3.000.000.000.000 euros). El 9 de marzo de 2008, Stiglitz escribía en el Washington Post: “[…] No hay ninguna comida gratis y no hay ninguna guerra gratis. La aventura en Iraq ha debilitado gravemente la economía estadounidense, cuyos males van más allá de las pérdidas de los préstamos concedidos. No se pueden gastar tres billones de euros —sí, tres billones— en una guerra perdida en el extranjero y no sufrir las consecuencias en casa”.
El balance para el pueblo iraquí
A fin de favorecer la dominación de Iraq, los ocupantes han desmantelado sus instituciones y han sometido a la sociedad iraquí a una extrema violencia y al empobrecimiento, lo que amenaza con hacer estallar el país en entidades confesionales y étnicas dominadas por oligarquías locales, mafiosas y criminales asociadas a los ocupantes o a los regímenes vecinos de Iraq. Casi una cuarta parte de la población iraquí ha muerto o se ha convertido en refugiada tras el inicio de la ocupación y como consecuencia de ésta.
Tras cinco años de ocupación —como corroboran todos los datos de las Agencias de Naciones Unidas e instituciones independientes—, la situación cotidiana del pueblo iraquí es atroz:
- El 43% de los iraquíes vive en la extrema pobreza (con menos de un dólar al día); el 60-70% de la población activa no tiene trabajo. Seis millones de personas precisan ayuda humanitaria, incluida la alimentaria, el doble que en 2004. Ya solo el 60% de los iraquíes tiene acceso a las raciones de comida gubernamentales, cuya cobertura era universal antes de la invasión. Por presiones del Banco Mundial, el gobierno iraquí ha informado que el próximo mes de junio este sistema de abastecimiento se suprimirá, así como los subsidios a los carburantes.
- La malnutrición infantil ha aumentado en el período de ocupación: la mitad de los menores de cinco años la sufren en alguna de sus modalidades; el bajo peso se ha triplicado hasta afectar al 11% de los nacidos.
- El 70% de la población no tiene suministro adecuado de agua potable y el 80% carece de servicios de saneamiento; el cólera se extiende ya por la mitad de las 18 provincias del país.
- 2.000 médicos iraquíes han sido asesinados y la mitad de los 34.000 registrados en 2003 han abandonado su país. El 90% de los 180 grandes hospitales carece de recursos esenciales. Bajo control de la corriente del clérigo chií Moqtada as-Sáder, el Ministerio de Sanidad se ha hundido en la corrupción, al tiempo que los hospitales se han transformado en centros clandestinos de detención, tortura y asesinato de los escuadrones de la muerte.
- La combinación de malnutrición y carencia o escasez de agua potable, junto con el deterioro sanitario, sitúa a Iraq entre los 60 países del mundo con las tasas más altas de mortalidad infantil, mortalidad en menores de cinco años y mortalidad materna.
- Más de 800.000 escolares han dejado de asistir a la escuela primaria (el 22%) y sólo la mitad de los que completan sus estudios primarios inician los secundarios. Otros 220.000 niños y niñas refugiados con sus familias en países vecinos están desescolarizados.
- Al menos 300 profesores y profesoras de todas las universidades del país y de todas las disciplinas han sido asesinados en una campaña sistemática y selectiva. Las milicias confesionales paragubernamentales han impuesto en las universidades la segregación de sexos y la vestimenta islámica.
- El suministro de electricidad alcanza dos horas al día, incluido Bagdad. Sin cómputo centralizado y fiable sobre la producción de petróleo, Iraq tiene que importar combustibles para el transporte y el uso doméstico al tiempo que buena parte del petróleo, bajo control de mafias locales, sale de contrabando del país.
- Los servicios públicos se han desmoronado. Ya en 2006, el 40% del personal cualificado iraquí había abandonado su país.
La reconstrucción del país es un amargo fraude que la comunidad internacional acepta sin inmutarse: la corrupción en todos los ámbitos y niveles (Iraq es el tercer país del mundo en corrupción), la multiplicación de las mafias locales y la desaparición del personal técnico lo explican. En agosto de 2007, el gobierno de Nuri al-Maliki había gastado apenas el 4,4% del presupuesto oficial de ese año. En enero de 2008, la exportación de petróleo iraquí se calcula en 2,1 millones de barriles diarios (medio millón menos al día que antes de la invasión).
"En la actualidad permanecen en Iraq 158.000 soldados estadounidenses. EEUU reconoce la muerte de casi 4.000 soldados, el 82% de ellos en combate."
Un millón de muertos y cinco millones de refugiados y desplazados
Un nuevo informe dado a conocer en enero de 2008 (realizado por la empresa británica ORB en colaboración con una institución iraquí independiente, IIACSS) calcula en más de un millón los iraquíes muertos desde el inicio de la ocupación, una cifra diez veces superior a las cifras oficiales.
Este nuevo estudio ratifica el balance aportado por los dos estudios anteriores realizados por la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (EEUU) y publicados en la revista médica The Lancet, y que los ocupantes han procurado descalificar. Todos los estudios coinciden en considerar la actuación de las fuerzas de ocupación como la principal causa de muerte violenta en Iraq, tanto en términos absolutos como relativos.
Además de un millón de muertos, la ocupación de Iraq ha generado la mayor y más rápida crisis mundial de refugiados de las últimas décadas —incluidas el éxodo palestino y el genocidio de Ruanda—. Iraq es el primer país del mundo en número de refugiados, ya por delante de Colombia. Al menos 2,5 millones de iraquíes se han convertido en desplazados internos —2.000 al día— y otros 2,2 millones en refugiados en países vecinos, sobre en todo en Siria, drenando sus limitados recursos y generando tensiones.
Las causas del éxodo de la población iraquí han ido superponiéndose: los masivos operativos militares de los ocupantes y la destrucción sistemática de las infraestructuras; el deterioro de las condiciones básicas de vida de la población debido a la destrucción del Estado, la rampante corrupción y el afianzamiento de las mafias locales; y la violencia sectaria desarrollada, esencialmente a partir de 2005, por los servicios de seguridad, milicias y escuadrones de la muerte vinculados a las formaciones que integran el gobierno colaboracionista iraquí y que en su campaña de terror han contado con el estímulo o —cuando menos— con la tolerancia de los ocupantes.
Por otra parte, la presencia de Al-Qaeda en Iraq es otra consecuencia de la ocupación. Su actuación alienta igualmente el enfrentamiento civil y la regresión social, como denuncia el campo anti-ocupación iraquí. Los atentados indiscriminados de Al-Qaeda, sobredimensionados en los medios pero minoritarios en el contexto de violencia que asola Iraq, tienen como objetivo prioritario al propio pueblo iraquí y se utiliza como justificación para prolongar la ocupación y la guerra.
El Creciente Rojo Iraquí ha denunciado que el incremento de tropas de EEUU y la reactivación de la guerra (sobre todo en Bagdad) a lo largo de 2007 han determinado que el número de desplazados se duplicara, ese año, a un ritmo de 100.000 al mes. La culminación de esta lógica sectaria es la construcción por parte de las tropas estadounidenses de muros en torno a los barrios de Bagdad aún no sometidos y —ya en febrero de 2008— en Mosul.
Destruir la sociedad iraquí para acabar con la resistencia
Interesados en favorecer la desestructuración estratégica del país, regímenes de países vecinos de Iraq (Israel, Irán, Arabia Saudí…) han alentando también la violencia sectaria en Iraq. Pero es a los ocupantes a quienes cabe atribuir la responsabilidad absoluta y final de la violencia que asola el país al haber impuesto el viejo modelo colonial de reparto de poder por cuotas confesionales y étnicas, germen inevitable del sectarismo.
EEUU se ha valido de la violencia sectaria para destruir la base social de la resistencia a la ocupación y su proyecto para aniquilar a los sectores civiles más cualificados y secularizados, aquellos capaces de gestionar un futuro soberano, democrático e integrador para el país.
EEUU sigue justificando su presencia en Iraq bajo el pretexto de evitar “una guerra civil” y “combatir el terrorismo”.
La destrucción de las instituciones, el empobrecimiento generalizado y la desintegración social alimentan la expansión de las corrientes regresivas y confesionales, las cuales han recurrido al terror para controlar y fragmentar el territorio. Entre tanto, las nuevas leyes rompen el marco jurídico unitario, suprimen el concepto de ciudadanía y someten la legislación a la religión. La partición de Iraq emerge así inevitablemente, y con ello cobra sentido estratégico la extrema violencia que está sufriendo el país.
Tras ello está el control del petróleo.
Gravemente regresiva en derechos civiles y económicos, la nueva Constitución iraquí —aprobada fraudulentamente en 2005— anticipaba la nueva Ley de Hidrocarburos, aprobada en 2007 por el gobierno iraquí y pendiente de ratificación por el parlamento.
Esta ley ha sido literalmente redactada por técnicos nombrados por EEUU y Reino Unido junto con nueve compañías petroleras internacionales y sancionada con posterioridad por el FMI, todo ello antes de llegar a las manos de los colaboracionistas. La Ley de Hidrocarburos confirma la ruptura del marco jurídico del Estado iraquí, sanciona la gestión local de los recursos aún no explotados (el 78% de todas las reservas, más de 111.000 millones de barriles) y abre la puerta a su privatización gracias a los denominados Acuerdos de Participación en la Producción, por los que ya compiten 70 compañías internacionales, entre ellas la española Repsol YPF.
A lo largo de 2008, los gobiernos estadounidense y el colaboracionista iraquí han de alcanzar un acuerdo para el establecimiento de un marco de relaciones bilaterales que sustituya a la actual cobertura de legitimación de la ocupación otorgada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en 2003. Este acuerdo se basaría en el documento suscrito por los presidentes de ambos países el 26 de noviembre de 2007, que incluye explícitamente el compromiso de EEUU de garantizar la seguridad de Iraq (por medio de bases militares permanentes) a cambio de ventajas inversoras para las empresas estadounidenses en el país, particularmente en el sector de los hidrocarburos.
Pero la lógica sectaria que el gobierno Bush impuso, desde el mismo inicio de su ocupación, sitúa ahora a EEUU ante el difícil dilema de si aceptar o no a Irán como interlocutor obligado en un acuerdo de condominio sobre Iraq. A lo largo de 2007, EEUU e Irán han mantenido tres reuniones bilaterales sobre Iraq, los primeros encuentros directos tras la ruptura de sus relaciones diplomáticas en 1977 y en un momento de plena crisis sobre el programa nuclear iraní. El proceso de normalización de la ocupación de Iraq dirigido por EEUU ha determinado que las fuerzas hegemónicas en el gobierno y en el parlamento iraquí sean las del campo confesional chií, con fuertes vínculos con Irán. El régimen iraní fue el primero en reconocer a las nuevas instituciones colaboracionistas instauradas por los ocupantes, como ratifica la visita del presidente iraní Mahmud Ahmadineyah a Iraq en los primeros días marzo de 2008.
"En el quinto aniversario de la invasión, el compromiso internacional con este pueblo ha de centrarse en el explícito apoyo a las corrientes de la resistencia que luchan por el fin de la ocupación y la reconstrucción democrática e integradora de Iraq."
El compromiso con el pueblo de Iraq
No hay nada más opuesto a las aspiraciones del pueblo iraquí a la recuperación de su soberanía y a la reconstrucción democrática de las instituciones que esta lógica de condominio entre ocupantes, ya derrotados, y regímenes vecinos de Iraq prestos a repartirse sus despojos con una nueva oligarquía local, corrupta, reaccionaria y criminal, surgida con la invasión.
Al acercarse el quinto aniversario de la invasión de Iraq, el compromiso internacional con este pueblo ha de centrarse en el explícito apoyo a las corrientes sociales, políticas y armadas de la resistencia iraquí que combinan el esfuerzo de la liberación de su país, no sólo de la ocupación sino también de todos los planes de dominación futura, con un proyecto de reconstrucción democrático basado en la preservación del principio de ciudadanía, la defensa de los derechos civiles, sociales y económicos, y la gestión social de los recursos.
En este sentido, la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI) expresa su proximidad a las posiciones del Frente Patriótico Nacionalista e Islámico y de su frente militar, creado el pasado mes de octubre —el Alto Mando de Combate y Liberación de Iraq—, al tiempo que muestra su satisfacción por el proceso de convergencia y coordinación entre los distintos sectores de la resistencia iraquí que comparten estos principios.
Ante la catástrofe que sufre Iraq, la CEOSI, junto con las organizaciones de EEUU y Europa que integran la Red Internacional Anti-Ocupación de Iraq, considera esencial que el movimiento mundial contra la guerra promueva el reconocimiento internacional de la resistencia como el único representante legítimo del pueblo iraquí, así como el fin de la ocupación de Iraq a través de un proceso de negociación directo entre la resistencia y EEUU que determine la salida incondicional y total de los ocupantes, posibilitando un proceso de reconstrucción integrador que ponga fin a la violencia y al sufrimiento del pueblo de Iraq.
Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq
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